En el contexto del aniversario de la muerte de Daniel Zamudio, nos reunimos no sólo mirando al pasado horrible que tuvo que vivir en esta sociedad heteropatriarcal que tortura, asesina y viola, sino que también, luego de tantos años las cosas, lamentablemente, no han cambiado tanto.
No queremos tener que morir para que nos respeten, para vivir con dignidad, para ser personas con derechos humanos. No queremos que se manoseen nuestros nombres luego de nuestras muertes ni que las justifiquen para decir que Chile ha cambiado, y es que, ¿Para quiénes ha cambiado?; si nos discriminan a diario de mil maneras, nos hacen sentir impotentes por tener miedo y transgreden nuestras identidades, cuando en realidad queremos y anhelamos ser libres, tener justicia, amparo, igualdad en derechos, respeto, amor y dignidad.
Escribimos para no olvidar, porque nuestra memoria e identidad como disidencias es invaluable. Recordamos para seguir escribiendo la historia, seguir luchando y rememorando lo que no queremos ni permitiremos que siga ocurriendo.
Ni perdón ni olvido, porque nada nos ha sido regalado, siempre ha sido en respuesta de represiones constantes y hechos de violencia que nos han marcado a cada une de nosotres, lo cual es frustrante. Nadie tendría que morir para así poder tener derechos mínimos. No queremos más asesinadxs, no queremos más leyes con nombres en memoria de nuestrxs compañerxs, queremos luchar de la mano viendo como la dignidad se distribuye de igual forma para todes.No queremos que nadie que lea esto sea la próxima persona en morir a manos de la cisheteronorma, queremos gritar fuerte y juntes, de la mano, exigiendo cambios, exigiendo no más impunidad y luchando por nuestros derechos humanos.
La clase política hizo uso y abuso de su nombre para promulgar una ley Antidiscriminación que no cumple con un estándar mínimo de Derechos Humanos, que no nos brinda protección, apoyo ni reparación y que, en perspectiva, no ha logrado prevenir ni desincentivar los crímenes de odio, pues hoy más que nunca nos siguen discriminando, agrediendo y matando.
Daniel aún vive en nuestra memoria, luchamos por él y por todes les otres asesinades. Daniel y les otres son nuestra identidad como disidencia, son nuestra motivación, son nuestra pena y nuestra rabia para acabar con este heterocistema